Según los datos de 2015 del Instituto Nacional de Estadística Buenache de Alarcón es una población dispone de una población de 499 personas. Su gentilicio más habitual es buenachero o bonachero.
El topónimo Buenache parece proceder de las palabas latinas «Bona- civitas- Bonachete- Buenache» que a su vez era la traducción de «Axenia», nombre de la ciudad prerromana asentada en los márgenes del arroyo Torrejón, en donde se encuentra la Necrópolis de la Edad del Hierro (catalogada como de origen ibérico, 400 AÑOS A.C.).
Historia de Buenache de Alarcón
Tras la reconquista cristiana de la zona de Buenache, pasó a formar parte de la Villa y Tierra de Alarcón, de donde le viene su sobrenombre impuesto para diferenciarla de otras poblaciones llamadas del mismo modo.
Buenache de Alarcón es un pueblo con más de 2.500 años de historia, a través de los cuales han convivido en él diferentes civilizaciones que allí se asentaron como fueron los Judíos, los Árabes y los Cristianos.
Según Heliodoro Cordente
En la primera visita parroquial de la que tenemos constancia, en 1570, el visitador señala una población de 400 vecinos y 800 personas de comunión. Tenía un beneficio curado que valía 350 ducados y lo poseía el bachiller en Teología Juan de Ávila, hombre de mucha virtud, de treinta y cinco años de edad.
Había también dos prestameras: una, cuyo valor estaba tasado en 50 ducados, la tenía Lucas de Marquina, natural de Cuenca, de treinta años, cura de Cañaveras. La otra prestamera estaba en poder de Juan Álvarez de Toledo, residente en Toledo, cuyo valor era de 50 ducados. Señalaba asimismo el visitador una capellanía colativa episcopal, en poder en aquel tiempo de Juan Pacheco, de cincuenta y dos años de edad, cuyo precio lo tasaban en 100 ducados.
Había dos tenientes de cura: Quílez Marqués y Rodrigo Pérez, ambos de 48 años y, según la opinión, hombres virtuosos y de mucha caridad. Otro clérigo era Juan Pacheco, deudo del señor de Buenache, bastardo, hombre honrado. Y otros dos religiosos más, Alonso de Vinuesa y Domingo Campos, quienes, a juicio de los informantes al visitador, eran hombres de vida honrada. Las últimas confirmaciones se habían llevado a cabo en 1566.
En 1580 hubo una nueva visita eclesiástica: “Esta villa tiene 350 vezinos y 800 personas de comunión. El beneficio curado de Buenache vale trescientos ducados. Ay vna prestamera q vale sesenta ducados, la qual posehe Lucas de Marchina, cura de Canyaveras. Ay otra prestamera q posehe Juan Álvares de Toledo: vale—- (no expresa cantidad alguna).El beneficio curado posehe Juan de Ávila, bachiller en teología, sirve por su persona, de bonísima fama, vida y exemplo; de 45 años. Tiene por su tiniente Achiles Martínez, de 53 años, con sola latinidad. Tiene otro tiniente llamado Alonso Pérez, con sola latinidad, de 40 años. Ambos administran sacramentos con buena fama y nombre. Ay otro clérigo llamado Diego Campos, de 41 años, con sola latinidad. No administra sacramentos. Ay otro clérigo llamado Alonso Vinuesa, de 60 años, no administra sacramentos. Hallose por mayordomo el dicho cura Juan de Ávila. Huuo de pro dende la visita pasada fasta 17 de octubre 1580…”.
Fue ésta una villa de señorío, perteneciente a la casa de los Alarcón. Hacia finales del siglo XVI, su titular era don Juan de Alarcón. En el censo de 1591, en el cual se incluía a Solera de Gabaldón, contaba con una población de 537 vecinos. De ellos, 524 pertenecían al estado de pecheros, 4 en la de hijosdalgos y 9 clérigos.
A principios del siglo XVII, la población había experimentado un aumento considerable, llegando a los 700 vecinos, que, a una media de 4,5 personas por vecino, el número de almas podría elevarse por encima de las 3.000; sin embargo, al andar ese siglo, que fue de regresión poblacional y económica en toda España, en la visita eclesiástica de 1 de julio de 1655, además de señalar que la advocación de la iglesia era del Señor San Pedro, decía que la villa pertenecía al marqués de Palacios y tenía una población de 400 vecinos. El cura se llamaba Isidro de Arce y Carrascosa, natural de Valdecolmenas de Abajo. Y entre otras cosas, dejan escrito que había un pósito de pobres fundado por el cura Río y Diego de Campos. Tenía 500 fanegas de trigo y estaba bien administrado. En cuanto al capítulo de ermitas, había una con la advocación de Nuestra Señora de las Nieves, en muy decente estado y con ornamentos ricos, la cual contaba con un Santísimo Sacramento en virtud de letras y breve del señor nuncio. Otras ermitas estaban dedicadas a San Antolín, a San Miguel, a San Pedro, a San Antón, a la Trinidad y a María Santísima de la Estrella.
Hacia 1730, Buenache contaba con 429 vecinos. Sus frutos eran granos, vinos, aceites y azafrán. Cada año pagaba 17.300 reales.
En 1752, contaba con un total de vecinos de 551, de los cuales 297 eran pecheros (139 jornaleros, 32 pobres de solemnidad, 11 pobres, 58 viudas y 12 menores bajo tutela). Además, había 2 viudas del estado noble. El mayor hacendado era el presbítero don Pedro Alfonso Ordóñez. Había catorce eclesiásticos entre los pertenecientes al clero regular y al regular. La renta obtenida por los vecinos ascendía a 391.377 reales de vellón, de los cuales 144.720 pertenecían a los labradores, 124.380 a los jornaleros, 10.800 reales se repartían entre tejedores y alfareros, 100 para el notario, 200 para los mesoneros y 500 los tenderos. Los arrendatarios de los bienes eclesiásticos se repartían 8.588 reales.
El Censo de Floridablanca de 1787 le atribuía 2.372 habitantes: un cura, 2 tenientes de cura, 2 sacristanes, 3 acólitos, un ordenado a título de patrimonio, 4 ordenados de menores y 7 clérigos; 3 abogados, 2 escribanos y 2 estudiantes; 100 labradores, 450 jornaleros, 10 criados, 2 empleados de sueldo real, 9 del fuero militar, 2 demandantes y 1.772 entre menores y personas sin profesión determinada.
Las crónicas de 1850, en concreto el Diccionario Madoz, dice de Buenache
“Villa con ayuntamiento en la provincia y diócesis de Cuenca (8 leguas), partido judicial de Motilla del Palancar, audiencia territorial de Albacete (13 y ½), capitanía general de Castilla la Nueva (Madrid 25). Su situación es llana, bien ventilada, con clima templado y suelo agradable por las muchas huertas y árboles que se encuentran entre las casas y sus afueras. Los edificios, aunque muy antiguos, son regulares y entre ellos se encuentra la casa municipal, cárcel e iglesia parroquial de término (San Pedro Apóstol), servida por un cura, un teniente y un sacristán. Las calles son desiguales y generalmente estrechas; pasa por medio de ellas un arroyo, y en la plaza hay una fuente cuya agua es de excelente calidad; viene encañada y surte al vecindario. El cementerio se halla extramuros. Y a ¼ de legua de la villa, inmediato al río Júcar, en sitio delicioso con mucho arbolado y una buena fuente, una hermosa ermita dedicada a Santa María de la Estrella, y dos casas bastante buenas donde se colocan el párroco, ayuntamiento y mayordomo mayor de la Virgen, en los dos días que dura una feria que se celebra en septiembre. Antiguamente era muy concurrida, y en el día asisten infinidad de personas de los pueblos inmediatos, sin otro objeto que tributar sus homenajes a la sagrada imagen, mirada en el contorno con la mayor devoción… El terreno es llano y de mediana calidad, y únicamente hay algunos cerros aislados y un corto monte poblado de mata parda. Los caminos son carreteros y de herradura. Existe en la población una cartería sobre la carretera de Madrid a Valencia. Produce cereales, algún vino, azafrán, aceite y zumaque. Industria y comercio, la agricultura y extracción de los frutos sobrantes, para Valencia. Hay algunas alfarerías y telares y se celebra todos los miércoles un mercado poco concurrido y no muy provisto. Población: 446 vecinos, 1.773 almas. Capacidad productiva: 4.278.940 reales. Impuestos: 213.947 reales. Importe de los consumos: 30.207 reales y 10 maravedíes. El presupuesto municipal asciende a 6.822 reales, y se cubre con productos de propios. En 1878, según Noticias conquenses, pág. 594, pagaba por contribución de inmuebles 15.670 pesetas; por industrial, 882; por consumos, 7.799, y por gastos municipales, 7.197 pesetas”.
Señorío de Buenache de Alarcón
Perteneció a Alarcón, cuyo noveno poseedor: Pedro de Alarcón, guarda y vasallo del rey Juan II, con su facultad dada en Valladolid, el 3 de Enero de 1443, fundó mayorazgo de dicha villa a favor de su hijo legítimo y de Dña. Mencía de Toledo, Diego de Alarcón, por escritura en Madrid, de fecha 30 de Octubre de 1466.
Don Juan Ruiz de Alarcón y Mendoza, IV Señor de Buenache de Alarcón, obtuvo el señorío de la villa de Cañete, en pleito con el Marqués de Cañete, por ejecutoria del Consejo de Castilla.
Al IX Señor de Buenache, D. Pedro de Alarcón, se otorgó el título de Marqués de Palacios el 15 de Diciembre de 1635. En el año 1805, Buenache de Alarcón, consta como villa perteneciente a los Marqueses de Palacios.
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